Declaramos públicamente nuestro más profundo rechazo a la excesiva alza de aranceles recientemente dada a conocer por las autoridades universitarias. El cambio afectará directamente a los nuevos alumnos que ingresen a nuestra casa de estudios, sufriendo ellos las consecuencias de aumentos que fluctúan desde un 4,5% hasta cifras superiores a un 15%. Sin ir más lejos, en la carrera de Licenciatura en Arquitectura el alza se traduce en alrededor de $ 300.000 más, a pagar anualmente. Todo esto sin mayor justificación o información por parte de la dirección universitaria.

Como fuerzas transformadoras, creemos que la Educación es un derecho de cualquier ser humano que desee estudiar y tenga las capacidades. Por lo mismo, en este horizonte no tienen lugar estas abusivas alzas, ya que sólo contribuyen a acentuar una brecha educacional entre los distintos sectores sociales, que ya bastante ha sido propiciada en todo el sistema escolar (educación media, básica y pre – escolar).

Al mismo tiempo, esta injusta medida provoca que los aranceles de la UC se alejen cada vez más de los aranceles de referencia publicados por el Consejo de Rectores, lo que genera que los beneficios de los estudiantes que aquí estudian sean menores a los de las demás universidades. Al mismo tiempo, aumenta la exclusión de los sectores más pobres de nuestra sociedad dentro de todo el sistema educativo y particularmente en nuestra institución.

Junto con esto, creemos necesario declarar nuestra enérgica oposición a la mantención del cobro de matrícula, por tercer año consecutivo. Desde nuestra perspectiva, esta descarada tarifa no está justificada y solamente refleja la irresponsabilidad y el afán lucrativo presente en la rectoría de nuestra Universidad.

Nuestro proyecto de universidad se opone a esta visión, e intenta, a partir de la democracia y la igualdad como herramientas fundamentales, la transformación de la Universidad y el país, en la dirección de construir una sociedad más justa y humana. Por esto y mucho más, seguiremos denunciando toda medida que perjudique al estudiantado y lucharemos por defender los derechos de todos quienes formamos parte de la Universidad.

Sin embargo, creemos que estas prácticas seguirán desarrollándose a menos que nosotros, los estudiantes, exijamos un cambio radical en la estructura Universitaria. Mientras la rectoría -y su séquito presupuestario, en este caso- siga tomando las decisiones a puertas cerradas, dando la espalda a funcionarios y estudiantes, poco podremos resolver con diálogos inconclusos.

El cambio sucederá tras la acumulación de las fuerzas transformadoras y revolucionarias en pos de un programa político común, que tenga como objetivo el nacimiento de un Senado Universitario soberano y la instalación de la Triestamentalidad como paradigma de funcionamiento de las diversas instituciones universitarias, de esta forma, seremos una real y efectiva fuerza de cambio, tanto para la transformación de nuestra Universidad como del mediocre modelo educacional imperante.